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Lo que vivimos y lo que necesitamos

Ultimo Aggiornamento: 25/04/2014 08:24
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25/04/2014 08:24
 
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Pinar del Río y Matanzas, con su electrizante final por el título cubano de béisbol, nos desbordaron la pasión por el deporte nacional, como ya dijimos, trascendieron las fronteras de esas provincias y echaron por tierra el viejo axioma de que si Santiago de Cuba o Industriales no están en la final, no hay espectáculo

Pinar del Río y Matanzas, con su electrizante final por el título cubano de béisbol, nos desbordaron la pasión por el deporte nacional, como ya dijimos, trascendieron las fronteras de esas provincias y echaron por tierra el viejo axioma de que si Santiago de Cuba o Industriales no están en la final, no hay espectáculo.

Corridas las cortinas de la 53 Serie Nacional, intentemos verla desde el balcón de lo ocurrido, lo cual nos permite una mirada que viaja de lo que vivimos a lo que necesitamos.

DESDE EL 3 DE NOVIEMBRE

Once de los 16 equipos estuvieron involucrados en la clasificación hasta la última semana de la primera fase, la de 45 desafíos para cada equipo. Entre el sexto y el primer lugar solo hubo diferencia de tres juegos. Del séptimo al noveno, en la lucha por el octavo boleto, tuvimos un triple empate, con los tres actuando por encima de 500. Y el décimo y el once, quedaron a dos y tres rayas del boleto, respectivamente.

Luego, en la etapa de 42 partidos para ocho contendientes, hasta el último desafío de la fecha final no se supo el cuarteto semifinalista. Se vivió intensamente el calendario regular.

Maikel Cáceres, líder en jits con 125, y segundo en average con 363, solo fue superado por ese genial pelotero que es Michel Enríquez (367). Ariel Sánchez, el otro que pasó los de 100 imparables (109); Luis Yander la O (324), puntero en bases robadas y Yulieski Gourriel, primero en jonrones (16), en empujadas (69) —igualado con Yadiel Hernández—, en slugging (566) y segundo en anotadas (63), son individualidades a destacar, como lo son también los lanzadores Yosvani Torres, al sumar 18 triunfos; Yasmani Hernández (1.66), Julio Alfredo Martínez (1.71) y Yusmel Velázquez (1.74), quienes alcanzaron los mejores promedios de carreras limpias; en tanto José Ángel García, con sus 21 salvados y los 94 ponches de Norge Luis Ruiz también sobresalieron.


Yosvani Torres, con 18 victorias fue el lanzador más ganador de la justa, y el cuarto en promedio de carreras limpias por juego (1.74). Foto: Ricardo López Hevia
En lo individual, es llamativo que del último equipo Cuba (el del III Clásico Mundial), solo seis (José Miguel Fernández, Yulieski Gourriel, Alfredo Despaigne, Yosvani Peraza, Frederich Cepeda y Yasmani Tomás), se incluyeron entre los primeros 40 bateadores, y nada más que tres de ellos lo hicieron por encima de 300 (Fernández, 326, sexto; Yulieski, 313 y Despaigne, 311). De los 26 lanzadores de la campaña con menos de 5.00 de PCL, solo cuatro (Vladimir García, Ismel Jiménez, Danny Bentancourt, y Wilber Pérez) son de esa selección y dos (Vladimir -2.19 e Ismel-2.64) estuvieron entre los 10 primeros, con menos de 3.00 de PCL.

Esta 53 Serie es solo comparable con la 52, igual en su estructura. Poniéndola una frente a otra, fue ligeramente inferior en la ofensiva: 267 por 263. Se pegaron 108 extrabases menos: 947 dobles (53 por debajo de la 52), 129 triples (-12) y 336 jonrones (-43). En el pitcheo, el promedio de carreras limpias se vio más deteriorado, pese a que hubo menos ofensiva. En la 52: 3.64 y ahora, 3.89, lo cual está dado por 2 800 boletos, 342 más que en la 52.

Fueron emocionantes las series semifinales, con Villa Clara exigiéndoles a los matanceros al estar delante en cuatro de los cinco partidos hasta el medio juego; y qué decir de la sensacional remontada pinareña ante Industriales, cuando perdían 1-3. Terminamos con esa final entre vegueros y yumurinos, trepidante, pero que dejó las señales de nuestras deudas tanto en pitcheo, defensa, como en ofensiva. Más allá de la corona pinareña y de todas las sensaciones que vivimos con un Matanzas que no dio tregua en toda la justa, el exigente paladar de la afición no fue satisfecho. ¿Las razones? Están dentro y fuera del terreno de pelota.

EXIGENCIA COMPETITIVA

Si queremos un béisbol como el que demandan las conocedoras tribunas de los estadios, debemos contar con un certamen más convocador de la calidad y sin interrupciones en un calendario que ha de ajustarse a los programas competitivos internacionales, en los cuales ya estamos insertados (Serie del Caribe, febrero de cada año y Clásico Mundial, en el mismo mes y marzo, cada cuatro), a lo que se suma el fenómeno de las contrataciones de varios jugadores de renombre en ligas foráneas.

Estaríamos necesitando de un cambio en nuestro sistema de temporada, que no debe renunciar a la Serie Nacional (SN) para alcanzar una mayor participación e incluir otro evento, en el cual estén los mejores peloteros del país en seis equipos y un calendario de octubre a enero. Si ya tenemos previsto el torneo SUB-23, este podría convertirse en la SN, con la inclusión de algunos jugadores mayores, de nivel pero que quedan fuera de otras convocatorias. La segunda lid, que pudiera ser la Liga Cubana de Béisbol, sería para las grandes estrellas tras cumplir sus contratos internacionales u otros compromisos.

Dieciséis equipos en esa SN resolverían la cantera para el desarrollo, mientras seis en la justa élite tributarían a la concentración de la calidad, motivación y mejor béisbol. Leamos este dato: en las últimas cinco temporadas, solo seis conjuntos han accedido al podio, Industriales, Matanzas y Ciego de Ávila en tres ocasiones y Pinar del Río, Villa Clara y Cienfuegos, en dos. Sin embargo, al emerger de un calendario con 16 escuadras llegan a la final de campeonato sin un examen de calidad exigente. Esto trae como consecuencia, que cuando sube la demanda o la presión, como algunos la llaman, pues lo errores técnicos y tácticos saltan.

EL ESPECTÁCULO Y SU PÚBLICO

Si ganamos en calidad, crecemos en espectáculo, pues son directamente proporcionales. Es un incentivo el incremento de salario de los jugadores, pero sería necesario también mejorar las condiciones de vida de los peloteros en el estadio. Ya se dio un salto cualitativamente significativo en el Latinoamericano, mas cuando se entra en el dogout del campeón Pinar del Río, por ejemplo, parece que uno lo hizo en el del último lugar, no del campeonato cubano, sino del más relegado de los torneos del universo.

Demandan nuestros campeonatos de una sustancial mejora de los terrenos, donde las pelotas no hagan bruscas variaciones o que un jugador se lance sobre el campo sin riesgo de lesionarse.

La comunicación entre el béisbol como institución y la afición, que es lo mismo que el pueblo, pues el nuestro es beisbolero por excelencia, ha de encontrar cauces fluidos que también tributen a ese espectáculo. Es difícil entender en plena implementación de la actualización del modelo económico, en la cual los medios informan de cada medida a aplicar, cuando se dedican espacios informativos a tal empeño, que la contratación de nuestros peloteros en otras ligas, como son los recientes casos de Alfredo Despaigne, que regresa a los Piratas de Campeche, en México, y de Frederich Cepeda, en Japón, sean casi un secreto.

Deberían establecerse las conferencias de prensa para estos asuntos, así como para ganadores y perdedores de los partidos. La pelota es un fenómeno social de gran envergadura en nuestro país y los aficionados tienen derecho a saber la opinión de sus protagonistas. Cuando se hace deporte como espectáculo, cuyo destino es la satisfacción del pueblo, los deportistas, entrenadores y directivos, adquieren un alcance y compromiso con el público al que no le deben dar la espalda.

A esa comunicación hay que verla también en su perspectiva organizacional. Si alcanzamos esa dimensión no hubiéramos tenido una ceremonia de premiación, justo en el momento final del esfuerzo de ambos equipos, tan descolorida. De planificarse y preverlo bien, ese momento de reconocimiento podría involucrar a la afición para que sea ella la que aplauda, sirva de alfombra o corredor humano, a sus peloteros hasta el podio.

DIME EL ARBITRAJE QUE TIENES Y TE DIRé EL DEPORTE QUE HACES

En el tema del arbitraje, urge una superación integral de nuestro cuerpo de árbitros, desde la alta especialización, que en mi opinión poseen y cuando digo esto, hablo de dominio de las reglas y el reglamento interno, hasta una mucho más integral que tenga en cuenta, la psicología, la parte física, reglas formales de comportamiento. Un árbitro es un juez y aunque justo sea, su veredicto incide sobre el que ha realizado determinada acción.

En este sentido hay que trabajar urgentemente en la formación de árbitros nuevos; no sabemos qué ha pasado con la Escuela Nacional de Árbitros que funcionaba en Villa Clara, aunque creo que ellos, como en muchas disciplinas, se forman en el fragor competitivo. Sin embargo, la Academia ha de nutrirlos de esa preparación integral que demanda un juez cuyos fallos son públicos, ante miles de personas y millones que lo ven por TV y que sus veredictos, si están en home, pueden pasar de 260 decisiones. Habrá que pensar en una organización de árbitros y no en una subordinación de estos a la Dirección Nacional de Béisbol, que convierte a la última en juez y parte.

Por supuesto que peloteros y directivos están en la obligación, como figuras públicas, de actuar con una conducta ante los árbitros y la afición, que no sea portadora de groserías o malos ejemplos. Ellos tienen que respetar la autoridad, lo que no quiere decir que no exijan por lo que consideren sea justo. Y la DNB ha de evaluar cada hecho o circunstancia sin doble rasero, de manera coherente y sin ambigüedades que lastren el espectáculo más importante del deporte en el país.

Vivimos grandes emociones a estadios llenos, ese fue el principal trofeo de la 53 Serie Nacional, y lo pudimos hacer por Saavedra, Donald, Yosvani, el joven Vladimir Gutiérrez, Ariel Sánchez, Yadiel, Eriel, José Miguel, por citar a algunos de los finalistas, pero también por sus conductores, Víctor Mesa y el campeón Alfonso Urquiola, que erraron, sí, pero que lo arriesgaron todo, también. La pelota sigue enseñoreándose en el pináculo de la identidad nacional y es desde esa altura que tenemos que pasar sobre lo que vivimos para saber lo que necesitamos.


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