La agonía de construir después del ciclón

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Luisito2013
00mercoledì 26 marzo 2014 08:14


La ayuda prometida no llega a los damnificados de Santiago de Cuba. Hay que inventar para hacerse de un techo que aguante los próximos ciclones.



Santiago de Cuba vive un boom constructivo. El fondo habitacional de la ciudad quedó sumamente dañado con el paso del ciclón Sandy, y para muchos de sus habitantes rehacer su vivienda o construirla nueva se ha convertido en la meta fundamental de sus vidas. Sobre todo, porque la famosa ayuda gubernamental no ha llegado, a más de un año de prometida. A causa de ello, la mayoría ha tomado el toro por los cuernos y construye por cuenta propia. Lo cual constituye un verdadero reto que exige dinero, paciencia y salirse de los caminos legales.

El paisaje urbano de la ciudad cambia a pasos acelerados. Las casas coloniales y neoclásicas de los siglos XIX y primera mitad del XX, hechas en su mayor parte de ladrillo, estuco, madera y techos de tejas, van dando paso a esta nueva generación de hormigón, llamadas popularmente placa, viviendas de diseño rectangular, sin pretensiones estilísticas, pero fuertes para resistir por años los embates de huracanes.

No existe calle de la ciudad en donde no haya una casa a medio construir, ya sea en una primera o segunda planta. A muchas les falta terminación, pero ello no es óbice para vivirlas. Según la Oficina de Vivienda, una casa habitable solo necesita tener funcionando la cocina, el baño y una habitación. Los enchapes del piso y los baños, así como el repello de pared, se hacen con el tiempo, cuando venga el dinero.

El problema es que para construirlas se necesita de un capital que la mayoría no posee. Así que una vivienda que normalmente se terminaría en seis meses puede tomar como promedio entre cinco y diez años, como asegura Ángel, jubilado de la construcción que ahora trabaja por cuenta propia: "Construir una casa es eterno, es mejor comprarla hecha. He trabajado en casas que llevan como 20 años haciéndolas y todavía no terminan, los materiales son caros y se desaparecen".

Este es el dilema que lleva a muchos ciudadanos honestos a delinquir. Para Carlos, albañil por cuenta propia de 43 años, el 90 por ciento de los materiales en una casa se obtienen en el mercado negro. "Dos cosas tan fundamentales como el cemento y la cabilla se compran por detrás, en los puntos, cuando hay", dice. "Las colas son inmensas y nunca alcanzan el cemento y la cabilla para todos. Las tiendas en divisas son muy caras, y el cemento 350 se acaba enseguida en el único lugar donde lo venden. La cabilla, después del Sandy, solo aparece ilegal. Así que la construcción la hacemos por pedazos".

No es menos cierto que en cada consejo territorial existen puntos de venta de materiales, pero fuera de gravilla, bloques y arena, solo se encuentran algunos materiales para la obra muerta. ¿Y de dónde provienen los materiales del mercado negro? Se los roban de las construcciones del Estado.

Desviar los recursos materiales es usual en toda Cuba. Todo lo que escasea se extrae de fábricas, almacenes, tiendas o construcciones, constituyendo esta una de las fundamentales formas de sobrevivencia de los cubanos.

Queda la interrogante de cómo se puede construir con tantos materiales ilegales ante los numerosos inspectores que deben vigilar porque estas construcciones cumplan las regulaciones establecidas. Pero la corrupción es uno de los factores que permite que este engranaje funcione.

"Para todo los materiales debes tener papeles", dice Rosa, trabajadora de una Casa de Cultura. "Yo estoy haciendo mi casa encima de la de mi mamá, y trato de tener mis comprobantes de compra, aunque sean viejos; porque si te para la policía pierdes los materiales y tienes que pagar una multa. La suerte es que ahora puedes justificarte diciendo que son materiales recuperados. Esta es una nueva fuente, y más barata".

La nueva modalidad a la que se refiere consiste en obtener cabillas, losas y tejasde las numerosas edificaciones destruidas durante el ciclón, negocio redondo para desempleados y buscavidas ante el filón de casas en derrumbe que existen en la ciudad.

Por ahora solo toca contemplar en que acaba la paranoia constructiva que uniforma la ciudad con estos búnkeres de hormigón hechos por albañiles mayormente improvisados. Del otro lado, el Gobierno erige nuevos edificios-cajones, en su afán de hacer desaparecer el maltrecho barrio de San Pedrito. Cada cual busca soluciones sin ocuparse de conciertos estilísticos: la filosofía de resolver nubla la razón imponiendo un pragmatismo burdo.

Al final, las nuevas casas y edificios adolecen de la premura y del material insuficiente. Las señales de filtraciones son su marca de fábrica.

cubanito74
00mercoledì 26 marzo 2014 11:11
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