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LA HABANA, Cuba, 8 de enero de 2014. www.cubanet.org — Aseguran los tópicos que una imagen vale más que mil palabras. No tiene que ser siempre así, pero lo es sin duda en el caso del Armagedón que ha pasado por las tarimas de los cuentapropistas habaneros en estos inicios de año. Además, no se trata de una imagen cualquiera, es la representación dolorosa de un nuevo golpe bajo propinado por el régimen a los cubanos de a pie, gente que a pesar de maltratos y engaños sin tregua desde que nace hasta que muere, aún puja por sacar ilusamente la cabeza cada que encuentra un leve filón.

Deben ser miles los cuentapropistas habaneros que le entraron al 2014 sin un empleo formal mínimamente remuneratorio, y sin la esperanza de recuperarlo, luego de que les hicieron creer que al fin lo tenían. El resultado de un extenso recorrido que realicé el pasado martes por calles habaneras, buscando constancia fotográfica de esta nueva chapuza del régimen, me deja consternado.

Cientos de tarimas y cubículos, ferias y cuadras enteras dedicadas al comercio por cuenta propia en calles céntricas como Carlos Tercero, Belascoaín, Reina, Galiano, Neptuno, Monte… fueron desmanteladas de la noche a la mañana como respuesta a las regulaciones oficiales que prohíben vender ropas y calzados de importación, así como piezas y equipos de ferretería, entre otros enseres. El espectáculo podría recordar esas películas de guerra en las que aparecen ciudades después de ser invadidas y saqueadas por ejércitos bárbaros.

Jugando con fuego

Esta y no la falsa liberación de las ventas de automóviles, es la noticia de hoy en Cuba. Aunque no se haya publicado ni una escueta nota en los medios oficiales, lo cual es el colmo de la sumisión y prueba de su complicidad con la “permanente campaña de subversión” y el “pesimismo con respecto al futuro”, que según Raúl Castro, el enemigo (o sea, ellos mismos) ha introducido entre nosotros.

Están jugando con fuego. No porque se haya dicho antes sin que nada pasara, debemos dejar de repetirlo. El hecho de saber que esos miles de cuentapropistas desempleados de un tirón buscarán nuevamente un alivio económico entre las cloacas del mercado negro, no impide reconocer la enorme frustración y el enojo que experimentan, no menores, por cierto, que los que también siente su clientela, que es casi toda la población de La Habana.

El régimen debe haberlo previsto, ya que no gratuitamente entre los escombros de cada mercado cuentapropista desmantelado, deambulan ahora, haciendo la mosca muerta, individuos en claro plan de guardia permanente. ¿Policías de civil, bisneros que intentan pescar en río revuelto, militantes comunistas miembros de tropas parapoliciales? De todo un poco tal vez, y hasta todo mezclado. Pero lo cierto es que los ánimos están tensos, como alambres de alto voltaje.