00 09/01/2014 15:01
Fernando Ravsberg


"Los precios de los automóviles han conseguido lo que no lograron Yoani Sánchez, Guillermo Fariñas, las Damas de Blanco, Kennedy, Johnson, Nixon, Reagan, Bush padre y junior", escribió en su blog el periodista cubano Javier Ortiz.

Y agregó que "el valor del Peugeot 508 ha creado un consenso unánime" que sería útil a quienes "buscan formas de hundir la Revolución". Ciertamente, tal y como señala el colega, nunca una reforma había recibido semejante rechazo.

Es el único caso donde haber mantenido la prohibición hubiera tenido un costo político menor. Con todos sus fallos, el sistema de "cartas" daba precios asequibles a decenas de miles de profesionales enviados a trabajar en misiones en el extranjero.

"Aplican los precios del mercado pero lo hacen solo cuando les conviene. Si vamos a guiarnos por el mercado para los carros deberíamos hacerlo también con los salarios y multiplicarlos por el mismo índice", me dijo un importante economista cubano.

El curador de arte Abelardo Mena propone una sociedad "solidaria y con justicia social, pero con consumo. Ese que se nos ha negado por décadas de franciscanismo mesiánico" y asegura que "es el subdesarrollo y la escasez, no la abundancia, quienes generan el consumismo inculto, el nuevorriquismo".
Los cubanos que se quedaron sin cartas



Es cierto que al grueso de la población le da lo igual que los autos cuesten US$10 mil o US$1 millón porque de ninguna forma pueden comprarlos, pero sí afecta a decenas de miles de médicos, intelectuales, diplomáticos cubanos, artistas o periodistas.

En Facebook Lourdes Llera se pregunta "¿qué será de ellos?" de "todos los cubanos que de una manera íntegra y muy sacrificada lograron obtener la Carta de autorización" porque "la mayoría no sobrepasa los CUC 5.000.00 (US$5.500)".

De hecho Duviesky Turiño Gómez escribió en la página digital Cubadebate un comentario donde explica que ahora "para los que estamos de misión internacionalista hace falta 4 o 5 misiones continuas (entre 8 y 10 años) para poder comprar un auto de segunda mano".

En las redes sociales, un periodista de un medio estatal calculaba que para adquirir un carro necesitará ahorrar 5.790 salarios íntegros, durante 482 años, y concluyó que "apretaron con los precios. Seremos el hazmerreír del mundo entero".

Los que hicieron la ley bien pudieron haber hecho una excepción con estos cubanos, dejando para ellos los lotes de automóviles dados de baja de las agencias de renta, a los mismos precios que tenían antes del 3 de enero del 2014.
Los cubanos que reparten las cartas



Hace unos meses, el crítico de arte Jorge Gómez señalaba que quienes ponen las dificultades para que los cubanos se compren un carro son los "burócratas" que ya tienen uno. Se equivocaba, en realidad muchas veces tienen dos, si contamos el oficial y el personal.

Un médico indignado me explica que quienes le niegan la posibilidad de comprar su carrito utilizan los vehículos oficiales para ir a la playa, llevar los niños a la escuela o comprar en el súper. Una práctica que en países como El Salvador la ciudadanía denuncia y la ley sanciona.

La principal defensa oficial es que buscan promover el trasporte colectivo y un intelectual cubano me responde que ese argumento sería válido "si quienes aprobaron esos precios renunciaran a sus carros y empezar a montar guagua (autobús) como nosotros".

Para evitar especulaciones se podría publicar el número de vehículos estatales al servicio de políticos y funcionarios, la cantidad de combustible que consumen y cuánto gastan en repuestos porque, al fin y al cabo, esa factura se paga con el trabajo de todos los cubanos.
Los cubanos alquimistas

No es raro que incluso las opiniones de los lectores de la página oficial Cubadebate sean casi todos contrarios a los precios. Lo curioso es que la redacción haya publicado comentarios como "Viva el mercado negro" o "ni mis bisnietos se podrán comprar uno".

Incluso en ese sitio un internauta anuncia: "Compro la yegua que le dio la patada en la cabeza al tipo que puso los precios de los carros", mientras otro se burla diciendo que "¡con esos precios se puede construir el Metro de la Habana en menos de un año!".

Es que algunos cubanos dudan que la creación del fondo para la promoción del transporte público arregle las cosas si ni siquiera con la ayuda económica soviética y la asesoría francesa se fue capaz de organizar una red de buses mínimamente eficiente.

De todas formas pueden demostrar que esta vez será diferente. El viernes se vendió en US$120 mil un Hyundai 2010 que en EE.UU. cuesta US$15.000.

Con ese dinero podrían, en teoría, importar un bus 0 km. Veremos si informan cuándo llega y dónde va a circular.

Algunos economistas nacionales dicen que el Ministerio del Transporte necesitará los secretos de la alquimia para adquirir vehículos en el extranjero con pesos cubanos convertibles, moneda que, a pesar de su nombre, no tiene convertibilidad fuera de Cuba.